Siempre me he preguntado si mis deseos de un príncipe azul, o verde o amarillo, y la historia con final feliz son el resultado de los cuentos de hadas y las historias de Disney.
Y es que aún con el paso de lo años, una parte de mí anhela que llegue alguien a rescatarme de la torre de mis miedos y a despertarme de un sueño de cien años con el roce de sus labios.
Pero la verdad es que no ha aparecido y la princesa de la torre está comenzado a impacientares.
Sabe que los tiempos de los cuentos son perfectos, pero se pregunta si en este cuento, el lector no está tardando demasiado en juntar a los protagonistas.
Y bueno como muchas otras princesas, he tomado la decisión de salir a buscarlo, de probar sapos y posiones con tal de descubrir a su príncipe. Aunque la parte más difícil es la de darse cuenta que tal vez, no quiere un príncipe, sino un mortal de carne y hueso, un mortal que trabaja todos los días, que valora el esfuerzo, la honestidad y que quiere aventuras, las mismas que la princesa quiere y que poco a poco descubre que son las que la hacen feliz y le quitan esa actitud pasiva ante los maleficios de brujas o complejos.
La princesa, se descubre mortal también, descubre que ama trabajar, que quiere un castillo o una choza, con tal de tener a su mortal al lado.
Quiere hechizos, pero de amor y de esfuerzo. Pasión por lo que hace, por tener quien la respete, la quiera, la cuide y la detenga cuando sienta que la fortaleza le falla.
Quiere un mortal que se convierta en príncipe de vez en cuando y la calce con zapatillas hermosas de cristal que brillan como las estrellas.
Pero que la cuide al caminar, al final la princesa no quiere un final feliz, sino un camino de amor, desencuentros, pasión, sueños por cumplir y dragones que derribar, pero siempre al lado de ese hombre que la hace sentir completa y feliz.
yo tambien quiero un principe!
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